El cantante británico publica su tercer álbum con Soulsavers, ‘Imposter’, donde adapta canciones de autores como Neil Young, PJ Harvey o Cat Power
Mientras Depeche Mode reposa en el congelador (la última señal, ‘Spirit’, data de 2017), su ‘frontman’, Dave Gahan, mueve pieza con el nuevo producto de su entente con Soulsavers, el equipo de producción creado a principios de este siglo por Rich Machin e Ian Glover. Si en sus dos colaboraciones anteriores, de la alianza salieron canciones nuevas, esta vez el fruto, ‘Imposter’, contiene adaptaciones de temas pretéritos de otros autores, señales de rock, soul, blues, country y góspel con las que el cantante siente “conexiones profundas”.
Lo cuenta en una entrevista con este diario circunscrita al nuevo álbum (se pide al periodista que evite preguntas acerca de Depeche Mode), en la que se refiere a Soulsavers como algo más que un artefacto con el que se entiende en calidad de invitado. “Es una banda en la que hay una química interna y que, al igual que ocurre con Depeche Mode, presenta diversas versiones de sí misma”, explica. Su rol luce más determinado en ‘Imposter’ que en ‘The light the dead see’ (2012) y en ‘Angels & ghosts’ (2015). “Porque este es un disco producido por Dave Gahan y Rich Machin, y porque he financiado el proyecto”, desliza. De ahí, y de la grabación en Malibú, sale una obra que “es muy Dave Gahan y muy Soulsavers, cohesionada y secuenciada como un álbum, incluso con sus dos caras”, indica. “Porque es así como escucho todavía los discos”.
Trascender la impostura
‘Imposter’ juega desde su título con la idea del Gahan simulador o médium que se ha pasado la vida, como cantante de Depeche Mode, interpretando y escenificando mayormente las canciones compuestas por su colega Martin L. Gore. Ahí, él ve en este nuevo material un modo de ser él mismo dotado de una inédita intensidad. “Se puede decir que en ‘Imposter’ estoy, literalmente, impostando, pero soy yo a través de las canciones de los demás, porque encuentro en las piezas de Nina Simone, Bob Dylan o Cat Power una información que me ayuda a tener un sentimiento de pertenencia y un sentido de la redención, el perdón, la ironía y el sarcasmo”, explica con verbo parsimonioso, intercalando silencios y meditando cada palabra.
Abre el álbum ‘The dark end of the street’, un angustioso número soul de 1967 de Dan Penn y Chips Moman que grabó primero el malogrado James Carr (luego se la agenciarían Percy Sledge, Dolly Parton, Lee Hazlewood y otros muchos), y le siguen rescates como el turbio ‘Lillac wine’ (de James Shelton, que en los 90 adaptó Jefrf Buckley) o ‘A man needs a maid’, de Neil Young. Reflejos de relaciones prohibidas, recuerdos lacerantes y sublimaciones románticas, todo ello en torno a ese ‘desperate kingdom of love’ (desesperado reino del amor) al que escribió PJ Harvey. Material en el que Gahan ha encontrado “increíble identificación”, subraya. “Para mí, lo interesante de interpretar esas canciones, siendo quien soy ahora, es que encajan bien todas juntas, y que no suenan como una reunión de temas de distintos autores”.
Entre sus dos familias
Apunta Dave Gahan que el álbum le ha dado “libertad” para expresarse “de una manera distinta a la que habitual, más allá de los confines de Depeche Mode”. Califica a Soulsavers como “una extensión de mi familia”, y alternar los proyectos con ambas formaciones le permite “recuperar en cada episodio el vigor, la alegría y la gratitud, como cuando pasas un tiempo lejos de casa y de los tuyos, y luego te das cuenta de cuánto los echabas de menos”.
Depeche Mode, en su ceremonia de éxitos
Aquí ha encontrado el estímulo valiéndose de las guitarras, el órgano, los coros celestiales y la reverberación, y dejando de lado la gramática electrónica a la que atiende Depeche Mode. “La instrumentación no es tan importante para mí como la interacción con quien hago la música”, advierte. “Trabajar con otros músicos debe hacerte sentir tu propia fuerza y hacerte crear tus propios espacios, y es entonces, con ese telón de fondo, cuando algo mágico ocurre. Y puede ocurrir tanto si haces música con máquinas, o tocando instrumentos”, concluye, antes demostrarse pletórico con su registro interpretativo. “Pasé largos meses estudiando estas canciones y en estos momentos siento una gran confianza en mi voz”.
Fuente: ElPeriodico.com / Jordi Bianciotto